Días atrás me llamó la atención un artículo de Mayte Rius publicado en La Vanguardia que, bajo el título “Así son los nuevos líderes que necesitan los ciudadanos (y las empresas)”, afirma que “la pandemia ha planteado muchos retos (…), y que quien más quien menos se ha visto obligado a revisar sus prioridades y a extraer aprendizajes de lo vivido”. Rius llega a la conclusión que una de las consecuencias de la nueva realidad es que son necesarios nuevos líderes.
Desde mi punto de vista, y sin quitarle razón a la autora, la pandemia no ha hecho más que poner sobre la mesa un cambio de paradigma que viene de tiempo atrás y que tal vez hoy es más evidente que antes. Prueba de ellos es que en mi libro “Revolución Soft. Preparar al líder para un mundo cambiante”, en coautoría con Isabel Martínez-Cosentino Ramos y editado nada más y nada menos que en 2019, ya se aborda la necesidad de unos nuevos liderazgos.
Los nuevos líderes
Los líderes de esta nueva era postpandemia han entendido que su función está muy lejos del ordeno y mando, porque el ciudadano y el empleado valoran su bienestar, tanto en lo físico y como en lo psicológico, por encima de otras valoraciones antaño reinantes, como lo económico o lo social.
Es una realidad que me encuentro día sí día también. Tanto en coaching de equipo, como en coaching individual y en las formaciones. La gente se queja mucho, y se quejan mucho de cómo se han sentido tratados.
Este acelerón que ha impulsado el período de pandemia y las manifiestas necesidades de cambio demandan un nuevo liderazgo que debe fundamentarse en el enfoque a las emociones, sentimientos, expectativas y aptitudes de las personas. Dirigir a las personas hoy significa acompañarlas en su proceso de empoderamiento individual y grupal, sin por ello perder la orientación al logro de los objetivos previamente establecidos.
El aspecto humano
Se trata de rehumanizar el liderazgo. Por eso, además de carismático, el líder necesita poseer una muy alta calidad humana y capacidad para gestionar personas y grupos de personas considerándolos adultos capaces de desempeñar roles y de decidir por sí mismos.
Un apunte muy interesante que aparece en el artículo de La Vanguardia es de Ana Sofía Cardenal, profesora de los estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC. Ana subraya la necesidad de “liderazgos femeninos”, en el sentido de que “las mujeres han sido más capaces de escuchar, de conciliar y de cooperar, de articular intereses heterogéneos”. En consecuencia, el papel de la mujer en todos los ámbitos del liderazgo supone un avance hacia el nuevo paradigma. Esperamos ver más liderazgos femeninos en los consejos de administración y las direcciones generales de las empresas. Será un síntoma de que se ha entendido el cambio necesario y que se decide y actúa en consecuencia para que este cambio hacia las personas y su bienestar sea real.
Revolución Soft
Con relación con todo esto, me remito al capítulo cuatro del libro “Revolución Soft”. En él abordamos cómo las emociones entran en las organizaciones, la necesidad y el beneficio del wellness corporativo, la importancia del liderazgo emocional, a cambio de qué se producirá el engagement de las personas con sus organizaciones, roles y objetivos o cómo entrenar las emociones del líder con la ayuda del coaching.
A modo de conclusión
Líderes humanistas dirigirán, ayudarán y acompañarán hacia el éxito a las personas y a sus organizaciones, en un marco de actuación y decisión donde el bienestar, los valores, el respeto, la confianza y el empoderamiento toman carta de naturaleza y cada vez serán menos negociables y sí más valorados.
Si estás interesado en el libro “Revolución Soft. Preparar al líder para un mundo cambiante”, aquí te dejo el enlace a mi web con más información.