La forma tradicional de gestionar la empresa se ha basado en el esfuerzo, la competitividad, el miedo y la ponderación de las habilidades relacionadas con el lenguaje, la lógica y la razón. Un modelo que impide la manifestación de otras destrezas alternativas o el desarrollo de iniciativas innovadoras procedentes de cualquier individuo situado en niveles inferiores del organigrama general.
En este modelo de gestión, la motivación se genera a partir de resultados cuantificables que situarán a cada individuo en una escala de reconocimiento desigual: promoción para los mejor dotados, el estancamiento para los valores intermedios y eliminación de los peor puntuados, todos ellos en las habilidades propias del hemisferio izquierdo, como son el razonamiento, el lenguaje hablado, el lenguaje escrito, la habilidad científica, la habilidad numérica y el control de la mano derecha.
CONSECUENCIAS DE LA GESTIÓN TRADICIONAL
Las empresas tradicionales y quienes las dirigen priorizan el espíritu de sacrificio y el trabajo duro y, a menudo, son expertos en el uso de la presión y el miedo como principales instrumentos de control. La consecuencia inmediata es la pérdida de autoconfianza y la paralización de sus colaboradores ante la posibilidad de cometer errores que provoquen el rechazo de sus superiores. La inseguridad hace que las tareas más sencillas se cuestionen una y otra vez, los procesos se vuelvan cada vez más complejos, se sufra de micromanagement y las horas de trabajo se multipliquen en un sinsentido de complejidad.
En sistemas de gestión tradicionales, los individuos buscan la compensación al esfuerzo en remuneraciones económicas, buenas calificaciones y reconocimiento social, y relegan a un segundo plano aspectos tan importantes como la satisfacción personal, el aprendizaje y la libertad para tomar decisiones que afectan a su calidad de vida.
PROTAGONISMO COMPARTIDO
Si bien el predominio del hemisferio izquierdo fue la energía protagonista durante la era industrial, el momento presente necesita también del derecho para seguir avanzando, puesto que el pensamiento demasiado sometido a la memoria, a los esquemas y a los cambios trillados se va quedando sin ideas para impulsar la innovación.
En estos tiempos es cuando muchas empresas empiezan a valorar la necesidad y utilidad de contar con personas creativas, de mente ágil, imaginativas, intuitivas y resolutivas.
Hasta el día de hoy, las empresas han valorado que sus empleados dispongan de un buen nivel de ese perfil propio del hemisferio izquierdo. Actualmente, no es suficiente. La realidad exige cerebros más holísticos.
DOS HEMISFERIOS, UN INDIVIDUO
Aunque ambos hemisferios reciben la misma información sensorial, cada uno de ellos procesa los datos de una forma específica que los lleva a estudiar aspectos diferentes de un mismo proceso y estímulo.
Mientras que el hemisferio izquierdo analiza, abstrae, cuenta, se maneja de forma lineal, secuencial y objetiva, el hemisferio derecho practica un pensamiento divergente, imaginativo, metafórico, subjetivo y se concentra en integrar los diferentes aspectos de un todo.
La actividad del lado izquierdo es imprescindible, sin duda, porque procesa la información por medio del análisis. Sin embargo, a la hora de resolver un problema, el lado izquierdo no integra y relaciona conceptos, sino que descompone sus piezas y las observa una por una.
Gracias al hemisferio derecho entendemos las metáforas, soñamos, vemos las cosas que imaginamos y somos capaces de organizar la información desde una perspectiva creativa.
INDIVIDUOS HOLÍSTICOS, EMPRESAS HOLÍSTICAS
Las empresas con visión abrazan un nuevo modelo de gestión donde las personas han dejado de ser un recurso al uso para adoptar papeles protagonistas inspirados, motivados, reconocidos y valorados por un nuevo estilo de liderazgo. Si la realidad actual exige cerebros más holísticos, las empresas también se convierten en organizaciones holísticas donde prima la interrelación entre sus miembros. Redes humanas que analizan, razonan y cuantifican y que, a la vez, se aventuran por nuevos caminos, comparten información, colaboran y prestan servicio utilizando la creatividad, la empatía y poniendo en práctica sus habilidades comunicativas. La nueva fórmula aumenta la potencialidad de los equipos y les permite alcanzar metas más lejanas, que a su vez retroalimentan futuros procedimientos con las nuevas experiencias y conocimientos adquiridos durante el proceso.
EL LÍDER COMO CREADOR DE ESPACIOS DE LIBERTAD
Para garantizar el cambio, las relaciones interpersonales deberán apoyarse en la confianza y en una autoridad que no proviene de la presión, sino del conocimiento y la destreza. El know how se sustituye por el know learn, dentro de una filosofía en la que la flexibilidad y el aprendizaje continuo garantizan un evolutivo reajuste de procesos. En este contexto, la creatividad no es solo un don innato, sino una actitud que se trabaja y llega a abarcar todos los aspectos de la existencia del individuo.
Los individuos que lideran tales organizaciones desde los dos hemisferios saben cómo motivar a sus colaboradores. Una de sus habilidades es potenciar la energía del equipo y saber canalizarla hacia una visión compartida, en la que todos se sientan parte del proyecto y comprometidos con sus fines. Son líderes expertos en descubrir y gestionar los talentos de cada colaborador para ponerlos al servicio de los objetivos.
Hoy en día se habla de liderazgo auténtico si el líder es un creador de espacios de libertad desde su propia libertad comprometida con el equipo y su finalidad. También es un claro superador de los condicionamientos y de la estrechez propia del individualismo y un impulsor digno de ser imitado, que cohesiona los equipos y los dirige hacia un destino compartido.
IZQUIERDO + DERECHO = VALOR
Después de siglos dominados por la razón y la tecnología, ha llegado el momento de contemplar el uso de nuestro hemisferio derecho y aprovechar nuestro cerebro a pleno rendimiento. La empresa, las relaciones interpersonales y los nuevos estilos de vida así lo exigen.
Hoy, las condiciones son idóneas para que se produzca un avance exponencial en cuanto a tecnología y calidad de vida. Si a esto sumamos una conciencia que se ensancha y deja de considerar cualidades de segunda categoría aptitudes tan valiosas e imprescindibles como la intuición, la creatividad, la empatía o la capacidad para contemplar problemas y soluciones de forma integradora, las probabilidades de avanzar en la dirección correcta se multiplican.
ENTRENAR EL CEREBRO
Nuestro cerebro tiene la capacidad de ser entrenado como si fuera un músculo que se ejercita a través de nuestra motivación, acción y repetición. Además, es experto en adquirir nuevos conocimientos y deshacerse de lo que ya no necesita. Ante estas capacidades, el coaching se erige como una magnífica oportunidad de acompañamiento de este proceso de aprendizaje, desarrollo y mejora, así como la mejor fórmula para hacerlo sostenible en el tiempo.
Obtener el máximo rendimiento de las capacidades individuales y colectivas es una necesidad ineludible de toda empresa que proyecte su futuro en el presente. También lo es de todo aquel directivo que observe en este modelo de gestión la herramienta para alcanzar sus metas, las de sus colaboradores y, por ende, la de la organización que dirige.
Meritxell Obiols
Coach Directivo
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